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Proalí

Escultura Proalí
Marcel Martí, Proalí.


Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpaso en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Julio Cortázar, Rayuela.

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10 comentarios:

Blogger sacris dijo...

Tengo ese libro desde hace mucho tiempo y aún no lo leí. A ver si este verano cae.

1bst niña

14 de junio de 2005, 17:08  
Blogger Cenicienta dijo...

Y eso... en qué idioma está???

14 de junio de 2005, 17:14  
Blogger Cenicienta dijo...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

14 de junio de 2005, 17:14  
Anonymous Anónimo dijo...

Con las mangueras amarillas los cronopios adornaron diversos monumentos, y con las mangueras verdes tendieron trampas al modo africano en pleno rosedal, para ver cómo las esperanzas caían una a una. Alrededor de las esperanzas caídas los cronopios bailaban tregua y bailaban catala, y las esperanzas les reprochaban su acción diciendo así:
¡Crueles cronopios cruentos!. ¡Crueles!
Los cronopios, que no deseaban ningún mal a las esperanzas, las ayudaban a levantarse y les regalaban pedazos de manguera roja. Así las esperanzas pudieron ir a sus casas y cumplir el más intenso de sus anhelos: regar los jardines verdes con mangueras rojas.

14 de junio de 2005, 17:37  
Anonymous Anónimo dijo...

Te amo por cejas, por cabello, te dabato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
Te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámapago y cintas que dormían en la lluvia
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fébula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo.
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde le vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre en una
galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

14 de junio de 2005, 17:43  
Anonymous Anónimo dijo...

qué bien me cae ese caballero.
qué bien escribe ese canalla.
como siempre acertando señotita.
un saludo por estos lares.

14 de junio de 2005, 17:44  
Anonymous Anónimo dijo...

esta boca es mía

14 de junio de 2005, 17:44  
Blogger piradaperdida dijo...

si de tu boca no sé más que la voz...

¡ya te echaba de menos, tayler!

14 de junio de 2005, 20:32  
Blogger Arturo J. Paniagua dijo...

¿Eso es un pene inmenso?

17 de junio de 2005, 22:03  
Blogger piradaperdida dijo...

no sé, pero que lo tuyo es un complejo inmenso es seguro XD

18 de junio de 2005, 11:42  

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